- Un tipo corriente.Jersey negro, vaqueros, zapatillas blancas. La naturalidad y la cercanía de Steve Jobs lo convirtieron en un retrato del jefe relajado con el que da gusto entablar conversación. Desarrollar una relación con el público implica dejar de lado términos complicados y empezaba sus discursos con un sencillo “gracias por venir”.
- Una buena marca detrás.Es cierto que Jobs contaba con la gran manzana como logo visible, pero Apple Computer Company no era nada en los años tu identidad corporativa, tu expresión corporal, el contenido de tu mensaje…
- Entusiasmo.La pasión con la que cuentas las cosas contagiará a los receptores del mensaje. Steve Jobs usaba muchas “palabras de poder”, que tienen un efecto en nuestros cerebros y generan vibraciones positivas en la audiencia. Algunos ejemplos pueden ser “capacidad”, “poder”, “fácil” o “increíble”. Todas tienen algo en común: son palabras positivas que invitan a la acción y a la motivación.
- El significado de los números.Si vas a ofrecer datos, deja claro qué es lo que significan esos números más allá de ofrecer un puñado de porcentajes. Hay que detenerse en las cifras y darles un significado. Jobs lo hacía de una forma muy impactante a través de montajes e infografías sencillas. Además, recuerda que hacer comparaciones simplifica y acerca el mensaje.
- Hazlo visual.Jobs podía permitirse no usar slides de apoyo en sus discursos porque había generado expectativas a través de la repetición de estructuras conocidas por todos, pero un buen soporte visual que concentre el discurso puede ser un gran arma.
- El factor sorpresa.Puede ser un recurso muy interesante a la hora de comunicar un proyecto o un producto. El CEO de Apple se caracterizaba por dejar para el final de sus charlas la novedad más potente. A la hora de hablar en público, siempre hay dos momentos fundamentales que pueden marcar la diferencia: la apertura y el cierre. Un buen inicio garantiza la atención de tu público, y una buena clausura hará la charla memorable.
domingo, septiembre 13
Hablar en público: aprendiendo de Steve Jobs
Los puntos de impacto y la llaneza de Steve Jobs formaban un combo explosivo a la hora de hablar en público. Estas son algunas de las claves de sus discursos.
Top Amenazas Julio
Porcentaje total de detecciones: 3.93%Es un gusano que se propaga a través de medios removibles.
2. SWF/Exploit.ExKit
Porcentaje total de detecciones: 3.19%
Es una detección genérica para exploits que aprovechan las vulnerabilidades en el software Flash, generalmente asociado con Exploit Kits.
Es una detección genérica para exploits que aprovechan las vulnerabilidades en el software Flash, generalmente asociado con Exploit Kits.
3. Win32/Adware.Multiplug
Porcentaje total de detecciones: 2.61%
Se trata de una aplicación potencialmente indeseada que una vez que se presenta en el sistema puede causar que las aplicaciones muestren carteles y/o ventanas emergentes durante la navegación en Internet.
Se trata de una aplicación potencialmente indeseada que una vez que se presenta en el sistema puede causar que las aplicaciones muestren carteles y/o ventanas emergentes durante la navegación en Internet.
Fuente ESET.
viernes, julio 31
Concursos Colegio el Rosario
Ricardo Arjona
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sábado, julio 18
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miércoles, julio 1
Cuentos Futuro en nuestras manos
Leer uno de estos cuentos y comentar en su cuaderno
Presidenta Sueños MadelinLeer un cuento y comentar en su cuaderno de esta lista anotando y titulo y el país.
Cuentos
jueves, junio 25
Que información no se debe compartir en las Redes Sociales
Para que puedas sacar el máximo provecho a las redes sociales y no pongas en riesgo tu seguridad o información privada es bueno que tomes ciertas precauciones
sábado, junio 13
Qué hacer con el malware "porno" que afecta a los usuarios de Facebook
En realidad, se trata de malware que se propaga desde usuarios que involuntariamente han sido “infectados” y que tiene a maltraer a los que poseen una cuenta en la red social.
En cada vínculo se mencionan los nombres de alrededor de 20 contactos de la persona infectada, por lo que el virus ya afectó a más de 100 mil usuarios. A se cierra inmediatamente la pestaña, de manera que no es posible ver qué se instaló ni deshabilitarlo.
¡Si te llega un mensaje con vídeo, lo más conveniente es no abrirlo bajo ninguna circunstancia!
Pero además, se puede apelar a la opción que te permite sacar el etiquetado de las publicaciones de cualquier tipo.
Tienes que ir Configuración de la cuenta, entrar en "Biografía y etiquetado" y allí elegir las opciones de configuración más adecuadas.
Además, de acuerdo con lo que dicen los especialistas en todo el mundo, es muy importante que tu computadora cuente con programas antivirus, antispam y antipishing actualizados. La mayoría, está detectando el virus y te lo advierte.
Win32/VB.RTN y Win32/ExtenBro.AK
sábado, mayo 9
¿Me agregás como amiga?
La arquitecta Candela estaba a punto de apagar la computadora de su oficina cuando recibió un mensaje en Facebook que decía así: «Hola, me llamo Candela y tengo diez años. Te escribo desde el pasado. Primero que nada, me alegra saber que en el futuro voy a ser flaca y linda. Tus fotos del muro me encantan. ¿Me agregás como amiga?».
A Candela no le causó gracia el mensaje. Salió de la oficina enojadísima y preguntó a sus empleados quién estaba haciendo ese chiste espantoso. Todos la miraron sin entender. Volvió a entrar, se sentó en la computadora y espió el perfil de la otra Candela. Había cinco fotos de su propia infancia, y entonces se asustó.
Esas fotos ya no existían, porque ella misma las había roto hacía mucho. En todas las imágenes estaba gorda, y tenía esos anteojos horribles, y el pelo de una escoba, y los dientes torcidos. ¡Ah, cómo odiaba esas fotos! Sobre todo una, en la que tenía una papada gigantesca... ¿Quién le estaba haciendo aquella broma de mal gusto?
Respondió el mensaje con rabia: «Seas quien seas, no tiene ninguna gracia. Sacá ya mismo esas fotos mías de internet. ¡Imbécil!».
La otra Candela respondió enseguida: «No te enojes... Solamente quiero ser tu amiga y que me cuentes cuándo empezaste a ser linda. ¿Ese chico que aparece con vos es tu novio? Está buenísimo».
Candela , la arquitecta, sonrió.
«¿Sos vos, Esteban? Cortála. ¿Dónde conseguiste esas fotos de cuando era chica?», escribió la arquitecta.
La nena tardó en responder. «No. Soy Cande, ya te dije. ¿Quién es Esteban? ¿Tu novio?».
La arquitecta estalló: «¡Lo que estás haciendo es un delito contra la privacidad! Si no me decís quién sos, llamo a la policía ahora mismo».
La nena dijo: «¿Otra vez? Me llamo Candela, tengo diez años, mis papás se llaman Laura y Eduardo y vivo en la quinta, pasando las vías.»
La arquitecta escribió con bronca: «¡Todo eso lo podés averiguar en cualquier parte, idiota!».
La nena respondió: «Tengo un perro que se llama Caniche. Ayer papá me llevó al garage, a solas, y me dijo que Caniche se va a tener que morir esta semana, de viejo. ¿Te suena eso?».
La arquitecta Candela se quedó muda en su oficina, con los ojos en el monitor.
La nena siguió: «Caniche es mi único amigo, porque en la escuela nadie me habla. Y si alguien me habla es para burlarse de mí. En cambio Caniche, cuando llego a la tarde, me salta encima y mueve la cola. Lo conozco desde que nací, pero ahora ya no tiene fuerza ni me puede mirar porque se quedó ciego. Estuve llorando toda la tarde, pero ahora veo que tenés 671 amigos en Facebook, y que sos linda, y estoy mejor...», escribió la nena en el chat.
El mensaje quedó titilando un rato largo en el monitor. La arquitecta Candela no respondió rápido porque lloraba y lloraba y no podía parar. Hacía años que no lloraba por nada.
«Gracias por el piropo», dijo cuando se secó las lágrimas, «pero en realidad no soy tan linda, solamente subo fotos donde estoy maquillada. Y de todos esos amigos nada más que tres son de verdad. Al resto casi ni los conozco. Pero decime, ¿quién sos?».
«No te voy a decir más quién soy, ya te lo dije tres veces y me tenés podrida con eso. ¿Te puedo hacer una pregunta?», escribió la nena.
La arquitecta le respondió que sí, que podía hacer una pregunta.
«¿Cuándo empezaste a adelgazar, cuándo dejaste de usar anteojos, cuándo se te corrigieron los dientes?», escribió muy rápido, con un montón de faltas de ortografía.
«Más o menos a los doce dejé de comer porquerías, porque me empezaron a gustar los chicos y ninguno quería bailar conmigo. A los trece pegué un buen estirón. Dejé de usar anteojos a los catorce, cuando me pusieron lentes de contacto, y los dientes no fueron mérito mío, sino del odontólogo.»
La nena dijo: «¿Y cuándo me van a salir las tetas?».
La arquitecta se rió muy fuerte y escribió: «En dos o tres años, no te preocupes por eso». La nena le devolvió un emoticón feliz, y la arquitecta se rió fuerte.
«Hay algo que no puedo entender», dijo la pequeña Candela. «Estuve viendo un montón de fotos tuyas en tu casa... Ya sé que vivís sola, que comés cosas raras y le sacás fotos al plato, que vas a fiestas, que sos arquitecta y que viajás por muchos lugares... Pero nunca vi una foto tuya con tu perro de ahora. ¿Por que no tenés fotos con tu perro? ¿Es feo?».
Candela, la arquitecta, respondió: «Es que no tengo perro».
La nena dijo: «¡Eso es imposible! Yo sé que siempre voy a tener perro. Lo sé desde que nací... No puedo vivir sin perro».
La arquitecta se quedó perpleja. Era verdad: de chica ella le juraba a todo el mundo que siempre tendría un perro. ¿Por qué se había olvidado de algo tan importante?
El chat la sacó de esos pensamientos: «Me tengo que ir, papá me llama a cenar», dijo la nena. La arquitecta solo atinó a escribir: «Chau». Y se quedó sola en la oficina, sin saber muy bien lo que había pasado.
A las seis en punto de la tarde salió del trabajo y, en lugar de ir directo a su casa como siempre, pasó por la veterinaria del barrio y se quedó en la vidriera mirando cachorritos.
Había cuatro: un cocker, uno blanco precioso del que no conocía la raza, un salchicha con cara muy divertida y el más chiquito de todos, que la miraba por la ventana. Entró y se quedó con el último, que ni siquiera era el más caro. Volvió a su casa con el perrito en los brazos, le dio leche y le puso de nombre Caniche II.
Después se sentó en la compu, abrió su perfil de Facebook y aceptó la invitación de amistad de Candela. Y también la buscó por el chat: «Cande, ¿estás?». Del otro lado nadie le respondió. «¿Estás, Candela? Ya llegué a casa, y quiero contarte algo».
Del otro lado, silencio.
La arquitecta fue a la galería de imágenes de la nena y se quedó mirando la segunda foto, en la que ella tenía diez años y el pelo desprolijo y los dientes torcidos. La miró un rato largo: era la foto que más había odiado en toda su vida. Entonces buscó el botón azul y lo apretó lo más fuerte que pudo:
«Me gusta».
Se quedó un rato embobada, sonriendo.
Después cerró la computadora y se fue a jugar con su perro.
Hernán Casciari
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